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Los cinco sentidos: nuestro contacto con el mundo exterior

El ser humano se relaciona con el exterior a través de los sentidos, que son diferentes capacidades del organismo para captar estímulos del entorno. Son cinco: la vista, el gusto, el tacto, el olfato y el oído. ¡Vamos a conocerlos!

Cada uno posee órganos externos, que captan las sensaciones del afuera y las transmiten al cerebro por medio de terminaciones nerviosas. Luego el cerebro actúa en consecuencia, según cuál haya sido la señal: una imagen, un aroma, un sonido, etcétera.

Sin los sentidos no tendríamos referencias sobre lo que sucede a nuestro alrededor. Por eso, conocer cómo funcionan es muy importante.

El tacto

Gracias a este sentido podemos sentir el frío y el calor, o saber si una superficie es lisa o rugosa. Su órgano por excelencia es la piel, el más grande del cuerpo, tanto que lo recubre por completo.

La piel

Este órgano cuenta con diferentes clases de receptores nerviosos. Estos transforman los estímulos del exterior en información que es interpretada por el cerebro.

Capas

La piel está formada por tres capas: epidermis, dermis y tejido subcutáneo. La más exterior es la epidermis, donde existe un pigmento (melanina) que le da color. Debajo está la dermis, que es elástica.

Funciones

La capa más profunda es el tejido subcutáneo, que protege a la piel contra golpes y otras lesiones, y regula la temperatura. El tejido subcutáneo también recibe el nombre de hipodermis.

El oído

Se divide en tres partes diferentes. El oído externo está formado por el pabellón u oreja y el conducto auditivo externo, que posee una forma determinada para captar el sonido. En el oído medio, los huesos llamados martillo, yunque y estribo se encargan de amplificar las ondas sonoras. En el oído interno, las ondas sonoras se convierten en impulsos eléctricos que son enviados al cerebro. Allí son procesados.

Capacidad

El oído puede distinguir distintas características del sonido como volumen, timbre y tono. Percibe frecuencias en un rango de vibraciones mayores a 20 veces por segundo y menores a las 20.000 por segundo.

Equilibrio

La base del equilibrio está en el oído interno. Allí hay un líquido que se mueve a través de canales. Este líquido estimula a los receptores que informan al cerebro sobre la posición de la cabeza y los movimientos del cuerpo.

Cuidados

Los sonidos fuertes pueden dañar las células auditivas del oído interno. Si los daños son graves, puede provocar la pérdida de la audición. Por eso hay que tener cuidado con los niveles de volumen de la música de tus auriculares.

El olfato

Los olores pueden ser detectados por el sentido del olfato, cuyo órgano receptor es la nariz. Esta consta de dos agujeros largos –los orificios nasales– separados por el tabique nasal.

El tabique está hecho de cartílago y trozos de hueso muy delgados, tanto que puede moverse con facilidad. Detrás de la nariz hay un agujero llamado cavidad nasal, que está situado en el cráneo.

El olor desprende unas partículas que ingresan por las fosas nasales y estimulan terminaciones nerviosas que llevan el impulso al bulbo olfativo. De allí, la información pasa al cerebro.

Imagen: Freepik

El gusto

Este sentido lo conforma sobre todo un órgano, la lengua. Pero también son capaces de sentir el sabor, aunque en menor medida, el paladar, la garganta y la epiglotis. En la lengua están las papilas gustativas, sensibles a cuatro sabores (dulce, salado, amargo y ácido). Lo que ponemos en la boca se combina con la saliva, penetra en las papilas y genera un impulso nervioso que llega hasta el cerebro, donde se transforma en sabor.

La vista

Con este sentido se percibe la forma de los objetos, el tamaño, los colores y la distancia. El ojo es su órgano principal y tiene una estructura muy compleja. Sus partes principales son el iris, la pupila, el cristalino, la córnea, la retina y el nervio óptico. La luz ingresa a través de la pupila, atraviesa el cristalino –una especie de lente que enfoca la imagen– y se proyecta sobre la retina. Allí se transforma en impulsos nerviosos, que son llevados al cerebro por medio del nervio óptico.

Los anteojos

Los defectos de la visión son solucionados, en la mayoría de los casos, con el uso de anteojos. Se trata de lentes externos que ayudan al cristalino a enfocar mejor las imágenes. Los receta un oftalmólogo luego de un examen muy sencillo.

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